Abogado en reunión con un cliente revisando un contrato en una oficina legal

El abogado del futuro: De guardián del riesgo a socio estratégico

Damos la bienvenida como colaboradora de contenido a Mariela Gajardo, Abogada y reconocida líder y referente en el ecosistema de innovación legal en Chile.

En nuestra misión por simplificar lo legal y potenciar lo justo, creemos que es fundamental abrir espacios para las voces que están redefiniendo el futuro de la profesión. La experiencia de Mariela en la intersección del derecho, gestión y tecnología es precisamente la perspectiva que queremos compartir con nuestra comunidad.

En este nuevo artículo, en colaboración con Mariela, exploramos los nuevos roles que debe adoptar el abogado moderno y cómo la tecnología se convierte en la herramienta clave para pasar de la reacción a la estrategia.

Retrato de la abogada Mariela Gajardo con los brazos cruzados, superpuesto sobre una imagen de un abogado y un cliente revisando documentos legales, con un mazo de justicia. La imagen lleva el título "El abogado del futuro" y la atribución "Por Abogada Mariela Gajardo."


 

Introducción

La imagen tradicional del abogado —rodeado de expedientes físicos, experto en un lenguaje inescrutable y visto como el guardián del «no se puede»— está quedando obsoleta. En el dinámico entorno empresarial de 2025, las organizaciones ya no solo esperan que sus abogados mitiguen riesgos; esperan que aporten valor, aceleren el negocio y sean verdaderos socios estratégicos.

Esta transformación no es una simple tendencia, es una redefinición fundamental del valor que aporta un profesional del Derecho. El abogado del futuro no se define solo por su conocimiento de la ley, sino por su capacidad para aplicar ese conocimiento de manera eficiente, proactiva y alineada con los objetivos del negocio, apoyado por nuevas mentalidades y tecnologías.

Y esta visión del nuevo abogado no es algo opcional. El mundo nos está empujando a tomar un rol mucho más protagónico y marcar la diferencia con habilidades que, hasta hace muy poco, salían totalmente del scope del portafolio de un abogado.

Hoy necesitamos entender el negocio, analizar riesgos y pensar fuera de la caja, aprender términos financieros y saber de tecnología. Todo esto bajo el paraguas de ser un aliado del negocio, optimizar procesos y reducir costos. 

Esto fue algo que aprendí con creces en mi carrera profesional, en especial estando a cargo de la gerencia legal de Rappi, donde tuve que crear el área legal, gestionar presupuestos, contratar equipo y empezar a hablar un idioma que hasta ese momento conocía muy poco. Sin embargo, este tipo de experiencias son fundamentales para entender a cabalidad cómo funciona la empresa y poder aportar estando mucho más preparada. Hice mucho de LegalOps sin siquiera saber qué era LegalOps hasta ese momento. 

 


 

El fin del abogado como «cuello de botella»

Históricamente, el área legal ha sido percibida como un freno necesario. Un departamento reactivo al que se acude al final de un proceso para obtener una validación, a menudo generando retrasos. Este modelo de «guardián del riesgo» ya no es sostenible en un mundo que exige agilidad.

La percepción de ser un «cuello de botella» no nace de la falta de capacidad, sino de la sobrecarga operativa: tareas manuales, procesos ineficientes y una comunicación desestructurada que consumen el tiempo que debería dedicarse al análisis estratégico.

 

Los 4 nuevos roles del abogado moderno

Para pasar de ser un centro de costos a un generador de valor, el abogado del siglo XXI debe adoptar nuevos roles que van más allá de la consultoría clásica.

 

  1. El arquitecto de procesos

El abogado moderno no solo ejecuta tareas, diseña sistemas. Aplicando principios de LegalOps, identifica cuellos de botella, estandariza documentos y automatiza flujos de trabajo repetitivos. Su objetivo es crear un ecosistema legal eficiente que funcione con la mínima fricción. 

Un ejemplo claro y muy sencillo de este concepto es la automatización de contratos estándar. Estos documentos se preparan para ser cargados en una plataforma de firmas y enviados de forma masiva, agilizando un proceso que antes podía tomar horas o incluso días. Solo esta implementación genera un impacto significativo en el área legal, con una repercusión directa y positiva en la reducción de costos.

Al disponer de mayor presupuesto, un departamento legal tiene la capacidad de dar un paso más e incorporar plataformas de Contract Lifecycle Management (CLM), que permiten automatizar todo el ciclo de gestión contractual: desde la creación y revisión hasta la firma y almacenamiento. Esta capacidad ha ayudado a muchas empresas a descongestionar de forma sustancial la carga contractual, liberando tiempo para que el equipo se enfoque en tareas estratégicas de mayor valor.

 

  1. El socio estratégico del negocio

Este rol implica sentarse en la mesa donde se toman las decisiones comerciales, no esperar a que lleguen los contratos para revisión. El abogado estratégico entiende los objetivos del negocio y, en lugar de decir «no», pregunta «¿qué buscamos lograr?» para luego encontrar la vía legalmente más sólida y eficiente para conseguirlo. 

En el mundo de las Startups, este enfoque cobra un valor especial, ya que la meta constante es mantener un mindset innovador que, al mismo tiempo, esté alineado con el negocio. La verdadera fortaleza está en dominar a fondo el marco regulatorio de la industria y comprender cómo ejecutar sus requerimientos sin frenar la creatividad ni velocidad del proyecto.

No puedo decir que me convertí en una abogada que nunca decía “no”, pero sí que mi respuesta más habitual terminó siendo: “Voy a pensar cómo lo hacemos”. Esa mentalidad de buscar el cómo en lugar de detenerse en el por qué no, es la que permite encontrar soluciones creativas, viables y ajustadas a las reglas del juego.

 

  1. El analista de datos

La intuición y experiencia son vitales, pero hoy deben ser respaldadas por datos. El nuevo abogado utiliza la información generada por la operación legal (tipos de contratos, consultas más frecuentes, resultados de litigios) para identificar patrones, prever riesgos de forma proactiva y tomar decisiones basadas en evidencia.

Este tipo de datos resulta clave por dos razones principales: en primer lugar, identificar patrones que se repiten para poder corregirlos de manera oportuna; y en segundo lugar, generar un insumo de alto valor que nos permita medir, con mayor precisión, el riesgo real al que está expuesto la organización.

Contar con esta información abre la puerta a un análisis profundo que va más allá de las percepciones o suposiciones, y se basa en evidencia concreta. El análisis de datos no solo es una buena práctica, sino una herramienta estratégica que permite perfeccionar los procesos de forma continua. A medida que vamos afinando el trabajo y ajustando lo que no funciona, reducimos de forma significativa los riesgos y errores, y al mismo tiempo generamos ahorros tangibles para la empresa. En otras palabras, es una inversión en eficiencia, seguridad y rentabilidad.

 

  1. El curador de tecnología

No se trata de que aprendamos a programar. Se trata de que entendamos el panorama tecnológico y seamos capaces de identificar, evaluar e implementar las herramientas adecuadas (DMS, IA, automatización de flujos) para nuestro equipo. Actuamos como un «curador», seleccionando la tecnología que mejor resuelva problemas específicos. 

En este contexto, es clave que participemos activamente en la selección de los softwares que la empresa contrate, ya que:

  • Conocemos la dinámica del negocio.
  • Podemos identificar los principales riesgos.
  • Entendemos los flujos más críticos.
  • Reconoce qué genera mayor carga de trabajo.
  • Comprendemos los dolores más relevantes tanto de la industria como de la organización. 

Por esto, debemos familiarizarnos con las funcionalidades que estas plataformas ofrecen, compararlas, probarlas y decidir cuál se adapta mejor a las necesidades de la empresa. Muchas de estas herramientas, además, son customizables, lo que resulta especialmente valioso para compañías con procesos muy específicos. En definitiva, nunca se debe excluir de la decisión tecnológica a quien mejor sabe lo que realmente se necesita.

 

La tecnología como habilitador, no como reemplazo

Esta profunda evolución del rol del abogado solo es posible gracias a la tecnología. Plataformas como Lexflow no buscan reemplazar el juicio crítico del profesional; buscan potenciarlo.

Al automatizar lo repetitivo y organizar lo complejo, la tecnología se convierte en el habilitador que libera el recurso más escaso y valioso de un abogado: nuestro tiempo y capacidad de análisis. La tecnología se encarga del «qué» (gestionar el documento, seguir el plazo, encontrar la información) para que podamos dedicarnos al «porqué» y al «cómo» (la estrategia, negociación, consejo creativo).

Conclusión: Redefiniendo el valor en la práctica legal

El futuro del derecho ya está aquí, y exige una nueva clase de profesionales. El valor ya no reside en ser el único que entiende la complejidad, sino en ser quien mejor la traduce en soluciones simples, eficientes y estratégicas.

Al adoptar estos nuevos roles, como abogados, no solo aseguramos nuestra relevancia, sino que nos posicionamos como una pieza indispensable en el motor de crecimiento de cualquier organización.

Y tú, ¿qué rol estás desempeñando en tu organización?